Sabemos que después de lo vivido estos dos últimos años, muchas personas se están sintiendo apáticas, sin energía, con ansiedad. Y muchas de ellas lo han normalizado o se han resignado a ello. No obstante, esto es fruto de una situación que nos ha detonado multitud de debilidades que podemos borrar y fortalecer para recuperar nuestra alegría natural. Hay experiencias de la vida que todos catalogaríamos como traumáticas si son vividas: una violación, un terremoto, una guerra, una enfermedad mortal… Es decir, son experiencias en las que sentimos que nuestra vida o la vida de las personas que queremos está en grave peligro, hay o podría haber pérdidas graves, o se experimenta un cambio de vida doloroso e inesperado. Los sucesos de este tipo son considerados traumáticos y se caracterizan por una sensación de horror o miedo intenso, impotencia, lesiones graves o amenaza de estas, muerte o amenaza de muerte. Mientras dura la experiencia traumática el cuerpo se mantiene en estado de alerta y activa todos los mecanismos de supervivencia posibles. Una vez pasado el peligro se desactiva esta alerta, entonces el sistema nervioso se relaja y sale todo el desgaste acumulado. Ese cambio de “exigencias” tiene un impacto fisiológico que genera cambios hormonales y repercuten en el sistema nervioso y el sistema inmunológico.
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Enero 2023
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