Pertenecer es formar parte de algo sin necesitar cambiar quien eres. Encajar es cambiar algo de nosotros para sentir que formamos parte. Uno de los mayores indicadores de que nuestra autoestima no está del todo sana es la necesidad de cambiar algo de nosotros para encajar: en una relación, en un puesto de trabajo, en una pareja, en un proyecto. Tratar de ser lo que no somos incluso en pequeños detalles, nos impide conectar auténticamente con el otro, ya que para sentirnos realmente conectados necesitamos sentirnos realmente vistos. Cuando sacrificamos nuestra autenticidad se crea una conexión artifical y tensa, mientras que la pertenencia crea una presencia relajada. Como dice @brenebrown, no podemos pertenecer si no pertenecemos primero a nosotros mismos, si no respetamos profundamente aquello que somos nosotros mismos ¿Cómo lo harán los demás? ¿Cómo nos conocerán y nos amarán realmente? Nuestra verdad y autenticidad son sagradas. Tenemos que recuperar profundamente la conexión con ellas para pertenecer. Ello requiere traspasar la vergüenza y exponernos a sentirnos vulnerables. Si en un lugar nos están pidiendo que encajemos, tenemos que considerar si realmente queremos estar ahí. Si, como a menudo pasa, somos nosotros mismos quienes tratamos de encajar, tenemos que pararnos y recuperar la capacidad de amarnos, preguntándonos si realmente vale la pena dejar de pertenecer a nosotros mismos para encajar en algún lugar o con alguna persona. #autoestima #amor #loveheals #vulnerabilidad #transformacionpersonal #poderpersonal #presencia #selfcare #metodoholisticodeautoconsciencia #mha #meditacioncreativa @candelapoo
2 Comentarios
¿Alguna vez recurriste a tu espiritualidad para evitar enfrentar un aspecto doloroso de tu vida? ¿Dejaste pasar abusos en nombre de la compasión? ¿Te escudaste en tus aspiraciones más elevadas para evitar sentir celos o enojo, por considerarlas emociones “poco espirituales”?
Si la respuesta a alguna de estas preguntas es sí, no estás solo. La mayoría de las personas que transitan el camino espiritual caen en algún momento, sin darse cuenta, en esta distorsión que el psicólogo estadounidense John Welwood bautizó “bypass espiritual” allá por 1984. De hecho, es una ocurrencia tan común en la cultura espiritual reinante, que muy pocos la perciben su existencia y los peligros que trae aparejados. Autores como Ken Wilber y Robert Augustus Masters incluso advierten que muchos consejeros religiosos y psicólogos transpersonales hoy promueven este error, con las mejores de las intenciones, al proponerle a quienes buscan su ayuda soluciones espirituales a problemas de otro origen (cognitivos, psicológicos, hasta corporales). El psicoterapeuta Robert Masters dice en su libro Bypass espiritual: cuando la espiritualidad nos desconecta de lo que verdaderamente importa que nuestra dificultad para tolerar y hacer frente a nuestra sombra personal y colectiva es el motor que nos lleva a buscar la espiritualidad como refugio o solución fácil a nuestros problemas. En estos casos, las prácticas o creencias no ayudan a elevarnos sino a evitar el costoso tránsito por el auto-examen y la auto-observación, a acallar la voz interior que nos dice que algo no está bien, a barrer bajo la alfombra conflictos y dificultades que piden a gritos ver la luz del día. Así lo describe John Welwood, quien acuñó el término a partir de lo que observaba en su comunidad de practicantes budistas, y en él mismo: “Cuando caemos en el ‘bypass spiritual’, usamos la meta de la iluminación o la liberación para racionalizar lo que yo llamo trascendencia prematura: intentar elevarnos por encima del costado crudo y desprolijo de nuestra humanidad antes de haberlo enfrentado verdaderamente y haber hecho las paces con él. Y entonces procuramos usar la verdad absoluta para descalificar nuestras necesidades humanas relativas, nuestros problemas psicológicos, nuestras dificultades vinculares o déficits de desarrollo. Creo que este es una especie de ‘peligro ocupacional’ del camino espiritual, dado que la espiritualidad conlleva la visión de ir más allá de nuestra situación kármica actual”. ¿De qué formas se manifiesta esta tendencia en las personas? En una actitud de desapego excesivo, la represión de ciertas emociones (la tendencia a “anestesiar” la tristeza o el enojo), o a través una compasión ciega, una inclinación exacerbada hacia lo positivo, ignorando o denostando la propia sombra (los aspectos mal vistos de uno mismo). En casos más extremos, puede presentarse, incluso, como delirios de iluminación. También se denomina a esta tendencia “inflación espiritual”, en referencia la noción de que todo puede trascenderse a pura fuerza de luz y voluntad. Pero ya lo decía C.G. Jung: “Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad”. Sigue leyendo el artículo |
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