La intimidad es la capacidad de relacionarnos en total contacto y confianza con quienes somos. Tiene más que ver con cómo compartimos que con qué compartimos. Puedo tener una relación sexual muy poco íntima y en cambio una simple charla o roce ser absolutamente íntimos.
La Intimidad es mostrarnos y ver al otro tal y como cada uno es, sin querer cambiarlo ni cambiarnos, abriéndonos al baile de compartir desde cada uno, desde nuestra esencia. ¿Pero qué ocurre cuando mi individualidad no está sana y me abro a este compartir? Entonces pueden aparecer sentimientos de confusión, de vergüenza, culpa, desconexión, evitamiento, etc. Nuestra individualidad es un regalo sagrado y la única forma de disfrutar de una relación sana, placentera y constructiva es respetando y apoyando la individualidad de cada uno de los miembros de la pareja. Cada persona es diferente, tiene una esencia y una energía particular y su individualidad es la forma particular de manifestarla en el mundo. Desgraciadamente estamos más desconectados -incluso de lo que somos conscientes- de nuestra individualidad. Relacionarnos de forma íntima da mucho miedo, porque implica mirarnos, conocernos, amarnos y respetarnos como seres individuales y completos y hacer lo propio por el otro. Y esto es muy diferente del modelo de relación que hemos aprendido en nuestra cultura. Como individuos sociales crecemos en un sistema familiar, educativo, cultural, de amigos, etc… Vamos tomando de ellos desde muy pequeños maneras, ideas, creencias… y vamos conformando una imagen de lo que somos en el reflejo de los demás. Esto no es necesariamente malo, pero a menudo nuestros familiares, profesores, etc, no están entrenados para reconocer y respetar la individualidad del niño, ni siquiera probablemente muy muy conectados con la suya propia. El sistema educativo en el que crecemos no respeta ni tiene en cuenta la individualidad de cada uno y no se acostumbra por sistema a reforzarnos en aquello que nos apasiona, sino en aquello que no se nos da bien, para que podamos pasar los exámenes, o aquello que es productivo (a veces hay la suerte de que eso coincide con nosotros). Como sociedad también hay un modelo muy marcado de la pareja en el que aún pese a los avances, profundamente seguimos sintiendo que necesitamos a un otro que nos complete o nos dé _____________- aquí cada uno puede escribir lo suyo, seguridad, amor, estabilidad, felicidad, hijos, una casa, recursos económicos, una familia, etc…-. Esto no solo nos debilita y nos aleja de nuestra capacidad individual para conseguir cada una de esas cosas de formas muy variadas, sino que también instrumentaliza al otro y nos abre una puerta enorme al miedo al abandono o al rechazo. También hay una creencia, a veces muy sutil, de pertenencia, yo pertenezco al otro o el otro me pertenece a mí, donde no se respeta esta individualidad, sino que es una forma más de instrumentalizar al otro. Cualquiera de estas creencias es parte de un modelo de poder insano, donde las posiciones de sometedor y sometido se toman de forma más fija o variable según la pareja. A menudo entramos en la pareja dentro de este modelo y desde una falta de consciencia de quiénes somos realmente, qué queremos y una falta de convencimiento profunda de que merecemos y podemos ser aquello que anhelamos. Entran en juego también nuestras emociones y el miedo a la intimidad en sus diferentes versiones: el miedo a no ser válido y que me rechacen o se vayan o me abusen o humillen en mi vulnerabilidad, o a ser absorbido por el otro o la necesidad de controlar y dominar al otro o la exigencia de que sea como quiero. Normalmente lo que hacemos, entonces, es huir de la intimidad, relacionándonos desde una distancia en el vínculo (relaciones superficiales), una distancia conmigo mismo (abandonándome a mí mismo) o con el otro (usando y exigiendo al otro) o una mezcla de todos. Osho dice en su libro “Intimidad” “Ninguna relación puede florecer realmente si te reprimes. Si te proteges, si te escudas, solo llegan a encontrarse las personalidades, y el centro, lo esencial, se queda a solas. Y entonces solo tu máscara se relaciona, no tú. Siempre que esto ocurre, en la relación hay cuatro personas, no dos. Dos personas falsas que se ven, y las dos personas reales cuyos mundos están completamente separados.” Con esto quiere decir que si no somos nosotros mismos con nuestra pareja la relación pierde su sentido, ya que no se comparte desde el amor, sino desde el miedo a mostrarse tal y como uno es. Es muy importante emprender el camino de conocernos, respetarnos y amarnos, desde la más absoluta sinceridad y aceptación con nosotros mismos para poder hacer lo mismo con nuestra pareja. Solo desde el respeto absoluto de nuestra individualidad, podemos establecer una relación donde fluyan el amor y el respeto. Y la recompensa, podemos asegurar, es aún mayor que el trabajo que conlleva. Candela Poó y Marta Medina Facilitadoras de Método Holístico de Autoconsciencia y creadoras de los monográficos "Mi individualidad en la pareja", "Sanando el vínculo de pareja" y "Amor y Creatividad".
0 Comments
Your comment will be posted after it is approved.
Leave a Reply. |
Sígueme en
Archives
April 2022
Categories
All
|